El otro día escuché una reflexión en instagram que decía que si estabas cansada todo el rato y que no se te quitaba durmiendo más, es que no tenías cansancio físico, sino que tenías cansancio mental.
Al escuchar eso me explotó el cerebro, y no porque estuviera cansada mentalmente, que también, sino porque tiene todo el sentido.
Cuando acaba la jornada laboral soy un zombie al que se le cae la baba por la comisura de los labios y solo sirvo para sentarme en el sofá y ver algo intrascendente en Netflix. No me da el cerebro para pensar, escribir o mantener una conversación, en definitiva cualquier cosa que implique utilizar el cerebro mínimamente, aunque sí podría ponerme a hacer ejercicio sin problema.
¿Por qué estamos tan cansados?
En la vorágine de la vida moderna, donde las tareas se acumulan y las responsabilidades nos abruman, la carga mental se presenta como un lastre invisible que pesa sobre nuestros hombros. Esta carga invisible no se manifiesta en forma física, pero su impacto en nuestro bienestar es palpable.
Las raíces de la carga mental se encuentran en la constante anticipación y planificación que requiere el mundo actual. Desde organizar el día a día hasta gestionar el trabajo y las relaciones personales. Nuestra mente se ve inmersa en un flujo incesante de pensamientos y preocupaciones.
Ya es duro llevar el trabajo adelante pero, ¿una casa? Aiiiiii amigx una casa tiene lo suyo: estar pendiente de la compra, del orden y la limpieza, de lo que se rompe, de las facturas, de las chapucillas… a eso súmale si tienes animales o personas a tu cargo, IM PO SI BLE.
El misterio del tiempo perdido: ¿por qué ahora el día se evapora?
Por si no fuera poco, parece que 24 horas al día no son suficientes para hacer todo lo que debemos/queremos hacer.
¿Recuerdas cuando salir del colegio a las cinco y media significaba tener toda la tarde para hacer mil cosas? Merendar, jugar en la calle, hacer los deberes, ver la tele, bañarse, leer… ¡Y todavía sobraba tiempo antes de la cena! Ahora, parece que apenas empieza el día y ya se nos ha escapado entre las manos. La reflexión de @hematocritico en instagram hace que me pregunte ¿qué ha cambiado?
Estrés Constante
Pues la vida adulta una vez más, viene a jodernos jeje Está repleta de responsabilidades y compromisos que consumen nuestro tiempo y energía. Las interminables jornadas laborales, las tareas del hogar, las responsabilidades familiares… Todo esto se suma y parece devorar cada minuto de nuestro día. Cuando somos niños, nuestras preocupaciones son mínimas y nuestro tiempo libre es prácticamente infinito.
La sobrecarga de información
Las redes sociales, las noticias, los correos electrónicos, los whatsapp… Constantemente estamos bombardeados por información que demanda nuestra atención. Esta saturación puede hacer que el tiempo parezca pasar más rápido porque nuestra mente está ocupada procesando todo lo que nos llega.
La percepción del tiempo
A medida que envejecemos, nuestra percepción del tiempo cambia. Los psicólogos sugieren que esto se debe a que, cuando somos jóvenes, cada experiencia es nueva y emocionante, lo que hace que el tiempo se sienta más lento. A medida que envejecemos y nuestras rutinas se vuelven más predecibles, los días parecen pasar más rápido.
Es como si el cerebro, acostumbrado a la rutina, pusiera el piloto automático. Como la película ‘Click’ en la que se controla la vida con un mando a distancia, y uan vez que pasas rápido una situación, cada vez que se repite esa lo recuerda y avanza rápido, haciendo que el protagonista se pierda momentos vitales de su vida.
¿Menudo panorama, no? Estamos todo el día pensando en la montaña de cosas que tenemos que hacer y encima se nos va el tiempo para poder hacerlas.
Últimamente me ha dado por pensar que la vida tiene que ser algo más que matarte a trabajar y descansar del trabajo. No podemos estar tan agotados que nos impida vivir la vida para la que trabajamos tanto…
Entonces, ¿hay solución? Si te soy sincera yo aún trato de encontrarla, pero te pongo aquí algunos consejos que intento aplicar por si te ayudan 🙂
¿Qué podemos hacer para aligerar nuestra carga mental?
- Reconocer la carga mental es el primer paso para afrontarla. Visibilizarla y hablar abiertamente sobre ella es fundamental para generar conciencia y promover cambios.
- Establecer límites claros entre la vida personal y laboral son herramientas esenciales para proteger nuestra salud mental.
- Delegar tareas, pedir ayuda y establecer rutinas de descanso son estrategias que nos permiten aligerar la carga y recuperar el control sobre nuestro tiempo y energía.
- Reconectar con uno mismo a través de actividades que nos brinden placer y nos permitan desconectarnos del estrés es fundamental para recargar energías y cultivar la resiliencia.
La carga mental no tiene que ser una condena. Comprenderla, visibilizarla y tomar medidas para gestionarla, puede ayudarnos a recuperar nuestra energía y mejorar nuestra calidad de vida.
¿Cómo podemos recuperar la magia del tiempo?
- Desconecta: Establece momentos del día para desconectarte de las redes sociales y el correo electrónico. Permítete estar presente en el momento sin distracciones digitales.
- Organiza tu tiempo: Planificar tu día puede ayudarte a ser más eficiente y a encontrar tiempo para las cosas que realmente disfrutas.
- Encuentra tiempo para ti: Dedica tiempo a actividades que te apasionen y te relajen. Leer un libro, caminar al aire libre, practicar un hobby…
- Simplifica tu vida: Reduce las obligaciones y compromisos innecesarios. Aprende a decir no y a priorizar lo que realmente importa.
- Practica la atención plena: La meditación y la atención plena pueden ayudarte a estar más presente y a disfrutar de cada momento (a mí esto me pone más nerviosa, pero sé que hay personas a las que les ayuda).
La solución está en tus manos. Se trata de recordar que el reloj es tu aliado, no tu enemigo. ¡Aprendamos a saborear cada instante como lo hacíamos cuando éramos niños!
Y eso es todo por hoy 🙂
Espero que te haya gustado y siéntete libre de comentar y/o compartirlo donde quieras.
Gracias por leerme 🙂
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