Seguro que alguna vez has sentido que no eres suficiente, que todo lo haces mal o que no vales para nada. Si no es así, te felicito y, si es así, debo decir que desgraciadamente te comprendo 🙂
SPOILER: Se viene post mentalmente inestable xD
Acompáñame en la triste historia de cómo peté por todos lados.
El bajón viene sin cita previa
En alguna que otra ocasión me han dicho eso de: “Tú lo que tienes es el síndrome del impostor” pero nunca me he parado a analizarlo en detalle, hasta la semana pasada.
Hacía mucho, mucho tiempo que no tenía un bajón tan grande y no me gustó nada cómo me hizo sentir.
Vino de la nada, no pasó nada especial que lo motivara, pero llegó en oleadas infinitas de llanto sin control y una sensación de angustia bastante intensa.
Al llanto descontrolado y sin sentido le acompañaron pensamientos como:
- No valgo para nada
- Todo lo hago mal
- No voy a ser capaz de sacar esto adelante
- Voy a decepcionar a todos los que han confiado en mí
- Soy una niña pequeña siempre llorando por todo
- No sé cómo alguna vez he pensado que merecía estar donde estoy
- No tenía que haber aceptado este reto, y me tenía que haber quedado en mi zona de confort donde todo era fácil
- No voy a ser capaz
- No voy a ser capaz
- No voy a ser capaz
- No voy a ser capaz
- No voy a ser capaz
- No voy a ser capaz
- No voy a ser capaz
…
Y entre reunión y reunión mientras intentaba disimular los ojos inyectados en salmorejo, me decía: “Venga Bea, que tú no eres así. Tú siempre sacas las cosas para adelante, eres una curranta. Venga céntrate y acaba esto que tienes que hacer”.
Pero llegados a ese punto todo me salía mal, estaba muy insegura, me sentía pequeñita y no sabía cómo salir de esa espiral autodestructiva.
Dieron igual los intentos de animarme de mi novio y de alguna compañera a la que se lo conté. Yo era una mierda y todo el mundo se iba a dar cuenta. Iba a perder mi trabajo, iban a dejar de confiar en mí e iba a fracasar en todo.
Acepta el bajón
¿Cómo una persona que aparentemente es risueña, segura de sí misma y que tiene don de gentes puede pensar esas cosas y sentirse así?
Pues no lo sé, pero pasa y lo peor que puedes hacer cuando ocurre es negarlo o intentar huir de ello. Si no comprendes lo que sientes, esas emociones seguirán impactando en el concepto que tienes de ti mismo.
Que quede constancia de que no soy psicóloga ni nada por el estilo, pero como persona que ha ido bastantes veces a terapia sé que muchas veces tendemos a rechazar las emociones porque piensas que no tienes motivos para sentirlas.
Yo intenté entender lo que me estaba pasando y por qué me sentía así. Muchas veces es algo que no puedes hacer sola y necesitas ayuda de un profesional.
Sea como sea, lo importante es saber que no eres tus emociones ni tus pensamientos, eres una persona que siente y la manera de interpretar esos sentimientos generará una conducta y unas acciones que serán las que hablen de ti.
¿Qué hice yo? Me permití estar ese día en la mierda y dejé el trabajo a un lado, fui a mi clase de teatro y me olvidé de todo, luego comí rico con mi novio e intenté dormir.
Al día siguiente, me levanté temprano y escribí en mi agenda un único objetivo para ese día (a diferencia de los días anteriores donde me puse una lista interminable de cosas que nunca lograba acabar). Me centré en ese objetivo, y además conseguí hacer otras cosillas que me subieron el ánimo.
Ni siempre se supera un momento así de un día para otro, ni siempre se puede hacer sola como decía, pero es muy importante:
- Reconocer lo que te está pasando
- Identificar posibles causas
- Compartirlo con otras personas cuando estés preparada para que te ayuden a ver las cosas desde otro punto de vista
- Marcarte objetivos pequeñitos a corto plazo que piedad cumplir y centrarte en ellos
Víctima de las emociones
Es verdad que crisis así no me han dado muchas en mi vida, pero siempre he sido presa de mis emociones. No tengo término medio, o reacciono con enfado o con llanto. Y es una mierda porque no siempre lo puedo controlar. Anda que no he llorado yo en reuniones o delante de jefes, de la impotencia de no saber explicarme.
El no poder controlarme me volvía loca y lo escudaba en pensamientos como: «Es que soy muy sensible, es que me importan mucho las cosas, me implico mucho, es que son injusticias, etc.»
Pero la realidad es que desde que somos pequeños nos enseñan de todo, menos a manejar los sentimientos. Puedes saberte a la perfección los afluentes del río Duero y no saber cómo afrontar que tu mejor amiga deje de hablarte.
Por eso decidí ir a la psicóloga, porque quería ser capaz de controlarme, especialmente en el trabajo, pero también con mis relaciones personales.
Y me enseñó las herramientas para pararme a pensar y discernir cada vez que me enfadaba, si estaba enfadada con el otro o conmigo misma. Porque aunque parezca mentira, muchas veces el enfado es contigo.
Por ejemplo, había una chica en cliente con la que trabajé hace tiempo que cuando yo mandaba un correo siempre, siempre, siempre respondía corrigiendo algo.
Y yo me cabreaba muchísimo: “Y miralo, y otra vez, es que esta tía es odiosa con el mimimi todo el día, es que no la aguanto”. Y ya cada vez que le tenía que enviar un correo o veía uno suyo en mi bandeja de entrada, me entraban los 7 males.
Pues hablando con la psicóloga me di cuenta de que en realidad el enfado era conmigo misma, porque esta chica tenia razón en todo lo que decía y me daba mucho coraje equivocarme o hacer mal mi trabajo. Que ella señalara mis fallos provocaba un enfado conmigo misma que yo proyectaba en ella.
¿Y sabes qué? El detectar eso hizo que tomara sus comentarios como una oportunidad para hacerlo mejor y apuntar esos errores para futuras ocasiones.
No hay una fórmula del éxito
Y, aunque conozca las herramientas, no quiere decir que siempre las vaya a utilizar bien. Esto no es magia, y son 35 años de aplicación del enfado o el llanto como primera reacción ante las cosas. Pero esto es progresivo, cada vez lo irás aplicando más.
Yo, por ejemplo, en periodos de estrés, veo que suelo tirar más de lo fácil, es decir de lo que estoy acostumbrada: llanto o enfado. Pero como ya he identificado esto, en esas épocas intento respirar y esforzarme el doble por razonar.
Al final tu valía no la determina las felicitaciones de un cliente o que ese día te haya salido algo bien en el trabajo. Tu valía la determina las cosas que te hacen ser cómo eres.
Espero que te haya gustado y siéntete libre de comentar y/o compartirlo donde quieras.
Gracias por leerme 🙂
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