La ameba malota

La ameba malota

Aquí nadie se lleva nada

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¿Y si al final no nos llevamos nada (ni los tápers prestados)? A veces vivimos como si acumulando cosas, tareas o dramas fuéramos a durar para siempre. Pero igual va siendo hora de cambiar el chip y empezar a coleccionar momentos, no trastos.

El otro día vi en Linkedin una historia atribuida a Robert De Niro (aunque ya sabemos cómo va eso de las frases y las historias de famosos en Internet, lo mismo lo dijo él que mi tía en una sobremesa con vino). Decía que un día en un funeral, vio un ataúd que decía algo así como:

“Aquí nadie se lleva nada. Sé humilde, sé agradecido y vive tu vida al máximo.”

Y oye, qué razón. Aunque la parte de “nadie se lleva nada” me hizo pensar: ¿ni los tápers? ¿Ni ese libro que prestaste y nunca volvió? ¿Ni el cargador que desapareció misteriosamente en casa de tu ex?

Vivimos como si fuéramos a estar aquí para siempre, acumulando cosas: manteles “por si acaso”, botes sin tapa, y la caja del iPhone “por si algún día lo vendemos”. Spoiler: no lo vendemos. La caja se queda y lo que se va es el almacenamiento mental.

De Niro también dice “presuntamente” que la vida no se mide por lo que posees, sino por lo que compartes. Vale. Pero ¿compartir Netflix cuenta? Porque si es así, estoy espiritualmente iluminada. (Y comparto hasta la cuenta del gimnasio, que no piso desde enero).

La conclusión es bonita: vive, ama, comparte… porque nadie se lleva nada. Aunque yo añadiría: vive, ama, comparte… y si puedes, que sea con alguien que devuelva los tápers.

Hablando en serio (pero no mucho)

Más allá de las cajas del iPhone y los tápers eternamente perdidos, el mensaje tiene miga. A veces vivimos tan ocupados acumulando —cosas, tareas, expectativas, seguidores, apps para “ser más productivos”— que se nos pasa por alto lo esencial: disfrutar. Estar. Respirar sin estar haciendo scroll.

Nos preocupamos por lo que falta, lo que no hemos logrado, lo que podríamos haber hecho mejor… y al final, como decía la frase del ataúd: no nos llevamos nada. Ni siquiera la suscripción anual a la app de meditación que no abrimos nunca.

Quizá vivir al máximo no sea tirarse en paracaídas ni emprender con cada idea brillante (o regular) que se nos cruza. Tal vez sea compartir un buen café con alguien que te cae bien. O decir que no sin culpa. O reírse un poco más de una misma. O dejar de posponer lo que sí nos hace bien.

Así que sin caer en la “coachitis”, la próxima vez que te agobies por lo que te falta, acuérdate de eso: nadie se lleva nada. Y si te vas a llevar algo, que sea un recuerdo bonito, un momento divertido, o al menos una anécdota que puedas contar en tu blog.

Y eso es todo por hoy 🙂

Espero que te haya gustado y siéntete libre de comentar y/o compartirlo donde quieras.

Gracias por leerme 🙂

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